MUSA

Arenny
4 min readApr 10, 2022

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Las musas, todo el mundo habla de las musas.

Hay una musa para todo: música, poesía, historia, tragedia, comedia, danza, astronomía y elegía. Conocimiento, arte, ciencias y poder. La emblemática figura femenina, llena de brillo, elegante, fuerte, entre espinas y rosas, así son las musas.

Así es ella.

Llena de brillo, resplandeciente igual que el sol, con el pelo color del fuego y los ojos apagados como la piedra volcánica. Fuerte y elegante como una columna salomónica, temperamento acristalado, frágil como una pluma, punzo cortante como una botella rota, perfumada con veneno igual que un postre lleno de calorías.

Así es ella.

Así es mi musa.

No se trata de una fuente de deseos carnales.

No se trata de un libro abierto.

Es como un cofre de tesoro perdido en el océano.

Es como una caja con cien candados.

¿Y yo? No tengo la llave, no se navegar, soy ciega y no me sirven las manos.

Yo soy el ser de inspiración, yo soy la elegida por ella.

Yo soy Paris, yo soy la manzana de la discordia.

Paris desencadenó la Guerra de Troya.

Yo la desencadeno a ella.

Ella me desencadena.

Y nos atamos.

Nos atamos hasta enredarnos.

En sus problemas, en los míos.

Cada vez que su dulce veneno llena amargamente mi corazón, mi lengua recorre serenamente su cerebro, lo mutila con palabras que no dije y le muestra escenas peligrosas.

Conocimiento, artes, ciencia y poder, ella anhela poder, sobre mí, sobre tí, sobre todos.

La voluntad de su majestad, hágase lo que usted quiera, obedeceré lo que usted ordene, si así lo quiere, así lo tiene.

Alaben todos a la reina mía, de mi alma, mi libertad y de mi vida.

¿Libertad? Yo no soy libre.

¿Pensar? Eso quisiera.

¿Huir? Claro que lo deseo.

Pero está mal, lo que quiera está mal, yo no soy dueña de mí, no soy dueña ni de mi vida ni de mi alma, no soy dueña de mis acciones, pero todos dicen que de lo que soy dueña es únicamente de mi karma.

¿Y ella?

Ella dice que la odio.

Ella dice que la odio.

Ella dice que la odio.

Su lengua pica.

Su lengua cansa.

Su lengua corta.

Su lengua encarna.

Su lengua siempre danza.

“Me odias, no me soportas, nos odiamos”, dice ella.

“Siempre nos complicamos” me replica.

“Pero no es mi sangre, es la tuya” me condena.

“Porque yo no soy así” se victimiza.

“Eres tu” me señala.

“Es tu culpa”

“Es tu culpa”

“Es tu culpa”

Y su voz perdida en el valle, me persigue con Eco, desnuda, repitiendo todo lo que oye.

Eco la ninfa, Eco la maldita.

Eco dijo las palabras más bellas jamás nombradas, es una lástima que no haya vivido para escucharlas, es una lástima que mi tiempo sea incorrecto y viva con ella en su maldición.

Eco fue condenada por Hera.

Eco murió a causa de Narciso.

Eco dejó su voz atrás.

Eco la sigue a ella.

Y lo repite.

En bucle.

Lo dice.

“Es tu culpa”

“Es tu culpa”

“Es tu culpa”

¿Mi libertad? Yo la deseo.

¿Mi pensamiento? Siempre está ahí.

¿Si quiero huir? Creo que lo deseo.

Creo, ¿yo creo? ¿tengo permiso de creer?

¿Qué dice ella? Siempre dice que la odio.

Pero no la odio, nunca la he odiado.

Mi silencio y el suyo son uno solo.

Pero no la odio, nunca lo he hecho.

Llegué en mal momento, eso lo sé.

Pero no la odio, porque no puedo.

Mis ojos son negros y diferentes.

Pero no la odio, nunca lo he dicho.

Tengo otra sangre y vivo en duelo.

Pero no la odio, porque no puedo.

Musa del terror.

Ella.

Que no ve que no la odio.

Que no ve que me lastimo.

Que no ve que me hiero.

Que no ve que casi muero.

Muero por ella y no por mí.

Defiendo a ella y no a mí.

Soy sumisa por ella y no por mí.

Vivo por ella y no por mí.

Una vida que no quiero pero que ella quiere que quiera y que si no quiero lo odia, lo detesta y me mutila, su filosa lengua ha cortado mi cabeza una y otra vez, acaricia con lentitud cada una de sus cicatrices y no está feliz hasta beber mi sangre como si fuese vino.

Los demonios beben con ella.

Ella no les teme, ella los ama, pero, lo que parece dejar en el olvido es un bucle de nunca acabar, si el demonio la lastima, entonces yo la tengo que curar.

Musa, yo te quiero.

Musa, yo te quiero.

Musa, yo te quiero.

Yo te quiero, pero no sé cómo decirlo.

Te amo tanto que parece mentira.

Y si te lo digo no me creerás.

Musa.

Musa, yo soy diferente.

Musa, yo deseo ser libre.

Musa, yo quiero expresarme.

Musa, yo anhelo huir.

Irme, dejarte, ser feliz y distanciarnos.

Sé que estás conmigo por condena.

Mi cadena está casi rota.

Déjame que huya.

Déjame que vuele.

Déjame que vaya.

Musa, no quiero hacerte daño.

Musa, ya no quiero herirte.

Musa, no somos yo ni tú.

Musa, no sé qué somos.

Conocimiento, arte, ciencias y poder. La emblemática figura femenina, llena de brillo, elegante, fuerte, entre espinas y rosas, así son las musas.

Así eres tú.

Musa, si te odiara, hubiera muerto.

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